Es muy importantes seguirlas estrictamente ya que nuestra seguridad depende de ellas. Algunas pueden parecer obvias pero todas son el resultado de la experiencia de miles y miles de inmersiones en todo el mundo y es bueno crear una rutina que las incorpore de manera que no nos olvidemos nad importante. La diferencia entre una buena y una mala inmersión depende también de tener la tranquilidad de saber que hemos seguido todos los protocolos recomendados.
Pasar las revisiones médicas correspondientes anualmente.
No bucear si no se está en plenas facultades físicas y mentales.
Mantener siempre el equipo en perfecto estado, realizando las revisiones pertinentes.
Programar la inmersión de antemano y consultar el estado de la mar, el tiempo, la fauna del lugar, posibles mareas, corrientes, etc.
Antes de la inmersión, comprobar siempre el equipo:
Comprobar la presión de la botella con el manómetro.
Asegurarse que la botella está bien sujeta al chaleco hidrostático o jacket.
Comprobar que el jacket se hincha y desincha con normalidad.
Verificar que los reguladores proporcionan aire adecuadamente.
Utilizar dos reguladores o uno montado en el sistema octopus.
No bucear nunca en solitario.
Realizar recíprocamente un chequeo visual entre compañeros de buceo. Así nos aseguramos de que todo el material está correcto y de paso nos familiarizamos con la localización y uso del material de nuestra pareja de buceo, lo cual será muy útil en caso de emergencia.
Compensar los oídos al descender repetidas veces sin esperar a que nos duelan, y si no lo conseguimos, abandonar la inmersión y acudir al otorrino. Es preferible no forzarlos a tener problemas de audición.
Practicar constantemente nuestra flotabilidad.
Respetar el entorno marítimo y a los demás buceadores.
En caso de bucear en corriente, empezar la inmersión siempre contra la misma y, así, a la vuelta cuando estemos más cansados nos ahorraremos el esfuerzo de avanzar contra ella.
En caso de pérdida del compañero durante la inmersión, esperar un minuto y, en caso de no aparecer éste, y teniendo en cuenta que no se ha rebasado la curva de seguridad, subir a la superficie, respetando la velocidad de ascenso, donde será fácil localizarlo, puesto que el compañero deberá actuar de la misma manera.
No sobrepasar la curva de seguridad, a menos que sea necesario.
Respetar la velocidad de ascenso que es de 11 metros por minuto como máximo.
No aguantarse nunca la respiración, especialmente durante la ascensión para evitar el riesgo de sobrepresión pulmonar.
Respetar siempre las tablas de descompresión.
En caso de verse obligado a hacer un ascenso rápido, expeler el aire continuamente por la boca para evitar una sobrepresión pulmonar y hacerlo siempre con la cabeza mirando hacia la superficie; eso nos ayudará a liberar el aire, puesto que estaremos haciendo una hipertensión de cuello, y al mismo tiempo veremos si la salida a la superficie está libre de obstáculos, como barcos u otros objetos que nos pudieran ocasionar algún daño.
Efectuar siempre una parada preventiva a 3 metros de profundidad durante 3 minutos aunque no se haya entrado en descompresión.
Procurar finalizar la inmersión con la reserva intacta, es decir, con 50 at de presión.
En caso de emerger en mar abierto, utilizar el cabo del ancla del barco, y si no fuera posible, señalizar la posición mediante el lanzamiento de un globo de descompresión antes de llegar a la superficie.
Después de cada inmersión, lavar con agua dulce todo el equipo.